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martes, 8 de abril de 2014

Notificación de 2ºB

Deberes de hoy, 8 de abril:

Cuaderno de Lengua. Páginas 8 y 9.
Activity Book de Inglés. Página 44.

Algunos llevan además la libreta para poder terminar tarea pendiente de Matemáticas. Cada uno sabe lo que tiene que hacer, ya que don Pablo ha estado explicándolo en clase.

No es lo que hubiera deseado, pero las inminentes vacaciones de Semana Santa me empujan a acelerar un poco más de la cuenta la celebración de los controles de Inglés y Lengua de las unidades que estamos terminando esta semana. La página que llevan del Activity Book es, precisamente, la última del tema, mientras que en Lengua ocurre algo parecido. Mañana terminamos el tema en clase y sólo quedará el último envío de deberes. En años anteriores me he visto en situaciones similares (finales de tema justo antes de las vacaciones). Cuando he dejado los correspondientes controles aplazados hasta después del descanso, los resultados han sido mucho peores de lo esperado. Las cosas como son, en vacaciones tocan los libros lo justo.

Por este motivo he decidido que es mejor acelerarlo todo. Pasemos los controles ahora que lo tienen fresco y dejemos que descansen tranquilamente hasta que nos volvamos a ver en dos semanas. El único inconveniente es que don Pablo se encuentra en la misma tesitura, de modo que se nos han juntado tres controles en dos días. Tenéis las fechas ya anunciadas en el calendario.

Pasemos a otra cosa. Hoy ha tocado sermón. Y de los gordos, por cierto. Os cuento...

Sabéis que desde el curso pasado se "dividió" el patio en dos zonas para, precisamente, proteger a los alumnos de primer ciclo de las burrerías de los mayores. Somos muy cuidadosos con la presencia de alumnos de primero en la zona de los grandes, por aquello de que a veces los atropellan sin verlos, siquiera. Con los de segundo, la cosa es más flexible. Cada curso es un mundo, la verdad, y mientras que los de 2ºA suelen respetar los límites más a menudo, los vuestros tienden a invadir más la zona "prohibida". Yo ya les advierto que fuera de su parcela es más fácil que sufran accidentes, con lo que les aconsejo que no traspasen la frontera. Hay un grupete que suele asentir con la cabeza, para acto seguido darse media vuelta y hacer caso omiso. Por supuesto, cuando se llevan algún meneo accidental de algún chaval de cursos superiores, ni se quejan. Entienden que parte de la responsabilidad es suya por estar donde no deben y todos tan tranquilos.

Muy de vez en cuando se acerca alguno quejándose de que el meneo recibido no ha sido accidental, con lo que ponemos paz, recordamos a cada uno cuál es su zona del patio e imponemos la "justicia" que consideramos oportuna.

Si a eso sumamos los conflictos domésticos, que ya sabéis que de esos tenemos más de los que me gustaría, os puedo asegurar que me río yo de las negociaciones de Naciones Unidas en Siria, Palestina o donde se os ocurra.

Bueno, pues hete hoy que me he llevado una desagradable sorpresa. Siempre he pensado que la separación en zonas protegía a los pequeños, pero resulta que era más bien al revés. Mientras estaba apostado en mi zona de guardia del patio de hoy (la puerta de acceso, y por tanto la zona reservada a los de primer ciclo), veo que pasa llorando hacia Secretaría un chaval de quinto, acompañado de otra de las profesoras que hacían la guardia conmigo. Otro que se habrá caído, piensas tú en ese momento.

Menos de un minuto después se me acerca uno de nuestra clase diciéndome que unos niños le estaban pegando a otro, que él lo ha visto. Inmediatamente ato cabos y lo acompaño junto al pobre de antes, que sigue llorando desconsolado. En mi ignorancia, le digo a la profesora que lo acompañaba antes que tengo a uno de mi clase que lo ha visto todo (además, uno fiable), así que va a poder sacar la guadaña. De repente, se pone a cantar y por su boca empiezan a salir nombres de culpables, TODOS de nuestra clase. Lo miro con los ojos como platos y le pregunto si lo que está diciendo es que unos cuantos mengajos de segundo se las han apañado para acorralar y calentar tanto a otro de quinto. Asiente.

Ganas de ahogarlos.

Así que al subir a clase ha tocado sermón. Y de los gordos.

Por lo que he podido deducir, tenemos a seis personajes que han organizado el siguiente juego. Forman un tren (hasta ahí bien), se ponen a correr  (muy divertido, algo insensato, pero divertido, así que por ahora, bien), rodean a algún incauto (la cosa empieza a torcerse) y sin parar de correr giran y giran a su alrededor, aprovechando para propinar alguna que otra patadita a la indefensa presa... Cazan en manada.

Esto se lo intentan hacer a algún otro que yo me sé y había durado el juego menos de un minuto, pero han elegido a una presa fácil, con lo que (cuánto lamento no haberlo visto antes) han estado cosa de diez minutos yendo y viniendo a por el mismo. Os podéis imaginar cómo ha acabado el pobre chaval de quinto (que aún no me explico cómo no se ha revuelto y ha buscado la justicia por su cuenta).

En fin, que tomaremos las medidas punitivas y correctivas oportunas. En cualquier caso, los seis cazadores llevan una nota en la última página de sus libretas que os pido que firméis como acuse de recibo. He intentado que vean que cuando son ellos los que están en el lado que recibe, bien que se quejan, pero no sé yo hasta qué punto entienden esto de la empatía.

Un saludo.

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